Sunday, March 09, 2008

Tito Matamala: Adiós a las resacas, no a las botellas

Este texto fue publicado en 2006


* Luego de “El manual del buen bebedor” y “El nuevo manual del buen bebedor” el escritor continúa la serie con “El diccionario del buen bebedor”. La obra, que reúne cerca de 400 términos relativos a la actividad etílica, será presentada hoy en el mall Parque Arauco por Tito Fernández.


Como siempre, Tito Matamala se viste de oscuro, camina apurado y como tratando de pasar desapercibido y mantiene una rutina estricta: desde las universidades donde dicta clases a su departamento, del departamento a algún café en el centro y, de vuelta. Tal vez alguna visita a un amigo rompa la ermitañez, muy de vez en cuando.
Entremedio viene lo bueno. Entre medio Matamala, para bien o para mal, crea. Ya sea alguna aventura épica en la que el alter ego de uno de sus entrañables amigos es el héroe-antihéroe, ya sea un texto erótico en el que él podría ser el protagonista, o ya sea, como ahora, regresando a uno de sus temas favoritos, la bebida.
Hoy domingo el escritor curicano presentará junto al “Temucano”, Tito Fernández su libro “El diccionario del buen bebedor”, editorial Planeta, a las 12.30 horas en el escenario del Boulevard del mall Parque Arauco de Santiago.
Sin embargo este libro tiene una peculiaridad. Su autor ha dejado la bebida que lo acompañó en mayor o menor grado durante varios años. Para decirlo como sugiere su diccionario: Matamala se “chantó”.
-Cómo se explica que alguien que se ha convertido en abstemio recientemente esté haciendo una especie de apología del trago. ¿Abstemio pero no renegado?
-Justamente, abstemio pero no renegado y además es un interés antiguo mío todo lo relacionado con el copete. Ya está en un libro, “El Manual del Buen bebedor” y voy a seguir con eso. Pretendo seguir buscando anécdotas. Lo otro es que me he hecho la fama. Quién me va a creer ahora que ya soy un caballero con las copas cuando tengo tanto y tanto libro con copete. Tengo que seguir nomás.
-Es como mantener una identidad...
-Claro, no me queda otra. Fue mucho tiempo de alegoría. Además el copete es democrático, a todo el mundo le interesa, desde los cuicos pirulos que toman etiqueta azul hasta los que toman “bigoteado”. Hay una suerte de hermandad o cofradía entre ellos, hay un lenguaje que ellos conocen y que incluso se siente cierto grado de confianza al saber por ejemplo que si yo te digo a ti “vamos a tomar una pituca” tu me entiendas enseguida. Hay una complicidad, también, al conocer las palabras.
-¿Ahora lo está viendo con un interés de historiador? ¿Es una cosa más formal o es chanza siempre?
-Es historiador bueno para el hueveo. Este es un libro que pretende ser divertido, liviano, para que todo el mundo se ría. Yo le voy a tener mucho cariño porque va a salir encachado y todo eso, pero no es mi libro primordial, para nada. Esos son los otros, los de literatura que cuesta tanto que las editoriales publiquen.
-¿Como cuales?
-Como el que viene. Después de este viene “Pubis” que va a salir en marzo-abril del próximo año. Ese libro es clave para mi. Y los otros que estoy escribiendo.

El nuevo Matamala

-Volviendo a este libro, ¿no esconde una intención de volver a las pistas?
-No, ya me parece que no, ya soy un nuevo Matamala. Además el libro es un recurso literario. Todo lo que está ahí es en el fondo literatura disfrazada. Y por eso es que me entusiasmó tanto escribirlo y rápido. Porque era una forma de ejercitarse. Había que buscar palabras y definirlas incluso con ese tono culterano que tiene la RAE (Real Academia de la Lengua Española). “Dícese de aquel” o “en circunstancias que”, de modo que parezca que es en serio cuando no puede ser en serio.
-¿Cuáles son los términos más raros que encontró?
-Los términos nuevos de los estudiantes de universidad, gente en promedio de 20 años y que ya se me escapan, completamente. Ellos siguen inventando cosas. Y esos los conseguí cuando partí el libro y le dije a los estudiantes que estaba en esto. Ellos empezaron a colaborar y están bien buenos. Cuestiones tan sencillas como qué es un “fanfarrón”: fanta con ron, o un “pisagua”, pisco con agua. Eso me llama la atención, los términos que se van inventado una y otra vez, cada generación tiene los suyos. En el libro están mezclados con los antiguos, los clásicos clásicos que yo espero que no se pierdan nunca: “clandestino”, “cantina”. Los del tiempo del profesor Barría, “el pato amarillo”, “tonto amarillo”, “la pituca”, “la caña”, “andar cañifla”, “andar con la mona” y “el cacho”, “el fuerte”, que son campesinos.
-¿Cómo surgió este libro?
-Yo siempre tuve la idea. Sin exagerar, estaba un día lunes frente al computador y se me ocurrió que en el manual del buen bebedor existía un glosario cortito, de poquitas páginas, y le escribo al editor de Planeta, le digo que este glosario de palabras podría transformarse en un libro. ¿Te interesa? Y sin exagerar en dos minutos estaba la respuesta: “Me interesa. ¿Para cuándo lo puedes tener?”. Y ahí mismo puse una fecha, puedo entregarlo en 30 días, dije. Y lo entregué en 30 días. Estuve sin parar todo el día escribiendo. Y así es que por eso es un libro rapidísimo.

Matamala
diez años después

-¿Cómo es esto de escribir sobrio? Porque es una experiencia nueva para Ud.
-En el camino, entre todas las cosas que me pasaron yo creo que maduré. Descubrí que efectivamente es posible mantenerse sobrio y no echarlo de menos y que te salga igual o incluso mejor un texto. Pero antes no lo habría creído posible.
-Claro, rompió con un mito propio…
-Exacto, rompí con mi propio mito. Y los otros libros, las dos novelas por ejemplo fueron con harto copete. Eso es tiempo pasado. Este ha sido un año extraordinariamente bueno. Justamente hace diez años estábamos en lo mismo. El 95 estábamos entrando en Crónica y el 21 de septiembre me entero de que obtuve el premio de El Mercurio que me abrió todas las puertas. Cada diez años... O sea, Matamala diez años después. Por eso este año es muy bueno porque además es muy auspicioso. O sea viene harto en adelante, este libro que ya está listo, luego viene “Los viajes de Claudio Solo”, que no he terminado aún y un montón de proyectos.
-¿Y cómo les va a sus libros ya publicados?
-Del “Manual del Buen Bebedor” sigo recibiendo repercusiones. No me vas a creer pero en una revista de literatura de Uruguay encontré una critica del Nuevo Manual del Buen Bebedor. Y les escribí para darles las gracias y preguntarles cómo llegó, si es un libro que no tiene distribución internacional. Una librería de allá lo llevó. Ese es el libro por el que soy conocido. Recuerda que el manual está mencionado en mi novelita uno.
-Está el manual del buen bebedor, el nuevo manual, ahora el de las botellas. ¿Eso es lo que considera literatura menos seria?
-Literatura menos seria y disfrazada. Y es la que más pega…
-¿Lamentablemente?
-No lamentablemente. Me parece bien. Los beneficios que he conseguido con escribir esos dos libros son inmensos y además llevan una cosita de literatura intercalada. Pero es el estado actual de la narrativa, no hay nada más que hacer. Hay que esperar que cambie el país. Nos vemos en otros diez años. Ahí voy a estar escribiendo el nuevo ultra manual. (risas)
-Ahora está pasando del tema de los bebedores al tema del erotismo con “Pubis”. ¿Ha sido complicado eso?
-No, para nada porque eran cuestiones antiguas, que estaban a medio construir y las terminé nomás. En eso estoy ahora, terminando. Y como siempre, cuando tengo un libro terminado lo que más quiero es verlo publicado para olvidarme y dedicarme a otro. Con “Pubis” voy a tener que aguantar hasta el otro año.
-¿Quiere seguir la línea erótica ahora?
-Si recuerdas, en todos mis libros hay un poco, lo que he hecho con Pubis es exacerbarlo, gira en torno a eso.
-A eso me refiero, por ejemplo en “Hoy recuerdo la tarde...” es una historia de amor.
-Yo voy a escribir lo que venga para adelante, sin una temática. Ahora estoy metido en lo de Claudio Solo y voy a estar harto tiempo más ahí porque es largo. Y ahí veré después.

Vocación de payaso

-¿Qué tal la vida de docente universitario?
-Cada vez me gusta más. Hay una idea antigua que tengo y es que siempre quise haber sido humorista. Humorista bueno, tipo Coco Legrand, que cuente una rutina, no que cuente chistes. Y trato de hacer confluir eso, el oficio de docente con el de humorista y me gusta. Realmente me gusta estar delante de un público y que me escuchen a mí y yo contar las tallas. Es una contradicción a mi timidez natural. Cuando estoy delante de harta gente hablo como loro y me resultan todos los chistes. Como Coco Legrand, sé por qué camino irme y cuándo tirar el chiste. Toda mi vida he creído que puedo ser un payaso.
-Soltero empedernido tirando para solterón. ¿Cuál es la idea ahí?
-Solitario de vocación. Viejo mañoso. Requetecontra viejo mañoso. Un amigo me dijo que cuando se llega a la década de los 40 es la mejor época de la vida y uno tiene que estar pleno de realizaciones, porque si no, no resulta. “Y eso es, ahí está. Estoy en mi década de los 40 y tengo que dejar la grande. Tengo que escribir mucho y publicar mucho”, concluye el escritor apurando la última gota de un vaso de café cortado.

Un sorbo al Diccionario del Buen Bebedor

Arriba de la pelota

Estado de intemperancia que alude al escaso equilibrio y a la debilidad de piernas que evidencia un bebedor, similar al dificultoso acto malabarista de intentar subirse a una pelota y mantenerse por un periodo prolongado. Una instancia derivada es ser el balón, o sea, transformarse en el centro de la mesa realizando payasadas y actos humillantes que al día siguiente, por supuesto, no podrá recordar.

Cementerio

Lugar donde se depositan los envases vacíos de bebestible, muy común en los departamentos de estudiantes. De ello deriva el dicho de acompañar botellas al cementerio, para referirse a la acción de libar.

Chupilca del Diablo

Trago mítico que data de la Guerra del Pacífico, utilizado por los militares chilenos como estimulante del sistema nervioso central, caracterizado en su ingesta por una hiperventilación, taquicardia, identidad paranoide y sudoración. Se supone que se prepara con una medida de aguardiente y un poco de pólvora recién usada. Se utiliza actualmente como bebida de bautizo de los artilleros: apenas se acciona por primera vez una pieza de artillería, el aspirante debe tomarse un trago de aproximadamente un litro de vino tinto pipeño dentro de la vaina que acaba de usar.

Elías Figueroa

El nombre y apellido del más famoso defensa del fútbol chileno, lo recibe quien insiste en acompañar al buen bebedor en su ronda nocturna. Por lo general, es la polola, la novia o la esposa. Recordemos cuán implacable era Don Elías con los atacantes del equipo adversario: no los dejaba solos y anulaba cualquier iniciativa de juego individual o colectivo. Una frase equivalente es: andar con la marca. Y otra resume el espíritu metafísico de los hombres: cada cual tiene su propio Elías Figueroa.

Poniéndole wendy

Festiva y poética manera de referirse al acto de beber un apetecible potaje en compañía de amigos. El nombre deriva de la expresión tomar del bueno, o ponerle del bueno al cuerpo. El término alude a la famosa vedette de los años 60 y 70, Myrella Irene Smith Perchereaux, Wendy, cuyos atributos portentosos se invocan para adjetivar la calidad de la bebida que se consume.

Sacar a pasear el vaso

Dícese de la costumbre de ciertos bebedores que mantienen por largo rato intacto el contenido de un vaso, sin que avance la ingesta. Por eso se le indica que sólo ha sacado a pasear el vaso, como si fuese una mascota. Un sinónimo muy adecuado entre los estudiantes es: calentar la prueba. Otro dicho usado en esas ocasiones, para increpar al individuo: te noto débil.

Bibliografía de Tito Matamala

• Hoy recuerdo la tarde en que le vendí mi alma al diablo (era miércoles y
llovía elefantes), Mondadori, 1995.
• De cómo llegué a trabajar para Carlos Cardoen. Mondadori, 1996.
• Manual del buen bebedor. Planeta, 1999.
• Historias del bar La Trivia. Dolmen, 2002.
• Nuevo manual del buen bebedor. Dolmen, 2002.
• Dos novelas breves. Cuarto Propio, 2003.

Antologías:

• Relatos y resacas. Planeta, 1996.
• Honrarás a tu padre. Planeta, 1998.
• Desafueros. Planeta, 1999.
• Antología de autores latinoamericanos del siglo XXI. México, Editorial
Siglo XXI, 1998.
• Chile: a traveler’s literary companion. Traducido en inglés y publicado
en USA, editorial Whereabout, 2003.
• Con pocas palabras. Antología del microcuento chileno, 2005.

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