Thursday, July 13, 2006

Francisco Mouat "Soy un trabajador de la memoria"



  • • "Chilenos de raza", "El empampado Riquelme", "El teniente Bello y otras pérdidas", son algunos de los títulos que le dan crédito a este escritor que no piensa dejar la novela periodística y que se obsesiona por contar las historias mínimas, las que hablan del alma humana.


Por Claudia Farías

Francisco Mouat no se anda con prisas, es un periodista relajado que puede dedicar todo el tiempo necesario a las entrevistas que necesita hacer o, para suerte mía, las que concede.
El autor de "Chilenos de raza" estuvo unos días en Concepción trabajando en un nuevo proyecto y en respuesta a una invitación para dictar una charla en la Universidad del Desarrollo. Aquí conversó sobre su dedicación a la novela periodística, su necesidad de rescatar historias perdidas y sus planes más cercanos.
-Al leer "Chilenos de raza" resulta difícil de creer que sean todos personajes reales. ¿De verdad los entrevistó?
-(Aunque podía haber dado por terminada la entrevista ante una pregunta tan imprudente Mouat no se inmuta. Toma el libro y empieza a recorrer los personajes).
El Guatón Loyola es un sujeto de carne y hueso, que le pegaron en el rodeo de Parral, no en el de Los Andes, un sujeto que murió el 78 y que hoy día le sobrevive su viuda, con quien me entrevisté y entrevisté también a una de sus hijas.
Carlos León, escritor chileno avecindado en Playa Ancha, Aldo Rojas, que tiene el Gólgota de Matilla allá en el norte, un escultor que predica en el desierto, también lo entrevisté.
Aquí hay sujetos que yo entrevisté directamente y otros a quienes conocí de oídas, de historias de segunda mano. El teniente Bello es poco conocido pero es verosímil su pérdida.
El cura Soto, otro personaje que es curioso, es valiente también, se atrevió a desafiar a la jerarquía de su ciudad, Iquique, viviendo con mujer y con hijos en la casa parroquial, detrás de la parroquia, Fue expulsado tristemente con pacos del lugar. Y el Charles Bronson chileno, que es conocido.
Este no es un libro de ficción, es un auténtico libro de no ficción, lúdico sí, y lúdico sobre todo en el capítulo del capitán Araya absolutamente, pero no engaña.
-¿Dio con estos personajes buscándolos, fue por casualidad...?
-Este libro es la revisita o la versión corregida de un libro anterior mío que se llama "El teniente Bello y otras pérdidas". Desde ese momento este es un libro que tiene en rigor unos 15 años y un poco más de trabajo. Son aproximaciones a sujetos que a lo largo del tiempo a mí me han interesado como cronista. Son personajes míticos en general, muchos de ellos conocidos de nombre pero en el fondo ignorados y otros hijos de vecinos que no los conoce nadie pero que desde mi punto de vista tienen una historia digna de ser contada.
-¿Y las chilenas de raza? Por qué sólo está Leontina Espinoza.
-Es clásico que las mujeres pregunten eso. La verdad es que aquí no hay un gesto explícito. Es una casualidad que sean casi puros hombres. A lo mejor estoy más sensible a las historias que han ido escribiendo los hombres que a las que han escrito las mujeres. Hubo otro personaje que pudo haber estado pero no me acabó de convencer la investigación que había hecho, que era la Carlina, una de las grandes prostitutas y regenta de burdel en Santiago. Eso quedó pendiente y si surgen otras mujeres en el camino también me gustaría trabajar en eso.

Me interesan las
historias mínimas


-¿Esto de rescatar gente ignorada es su línea de trabajo?
-Diría que una de mis obsesiones es trabajar con la memoria y particularmente con la memoria de aquellos que suelen no formar parte de la historia oficial. Me interesan las historias mínimas, me interesan las zonas de silencio periodístico. Me interesa ese ámbito de la historia que es no oficial, que a veces es mirado en menos pero que desde mi punto de vista es capaz de hablar con libertad del alma humana.
-¿Hay un miedo suyo detrás a no dejar una trascendencia?
-No lo pienso en ese sentido. Probablemente sí desde el momento que escribo, publico y los libros son una parte importante en mi vida, quizás eso me persigue inconscientemente. Tengo cuatro hijos, nunca me imaginé que iba a tener tantos hijos. Tengo cinco libros publicados. En ese sentido me siento una persona afortunada y privilegiada. No ando pensando en que voy a pasar sin pena ni gloria por este planeta. Intento vivir con el mayor entusiasmo posible asumiendo todos los dolores implícitos en la existencia. Y probablemente escribo por una carencia en ese sentido. Pero no soy yo el protagonista de las historias que cuento, soy sí un testigo. Como un trabajador de la memoria.

Sobrevivientes

Francisco Mouat vino esta vez a Concepción a entrevistar a uno de los sobrevivientes del holocausto judío para un libro que editorial Sudamericana pretende publicar en diciembre y que investiga en conjunto con Marco Antonio de la Parra, Rafael Gumucio y Roberto Merino.
"Cada uno eligió un sobreviviente del holocausto, los otros eran de Santiago y yo elegí el de Concepción (Américo Grunwald)".
-Va a ser un libro un poco más amargo de lo que ha hecho hasta ahora.
-Creo que va a ser un libro probablemente duro, desde el momento que la barbarie nazi fue brutal, fue salvaje y fue casi inimaginable, pero al mismo tiempo me parece un testimonio muy necesario, que constituye un aprendizaje en los tiempos que corren.

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